ENTREVISTA A HUGO LÓPEZ-ASIAÍN

El Diario Montañés. 13/NOV/2019. Por Mariana Cores.

Hugo López-Asiaín (Madrid, 1965) se le ha metido el mar en los ojos de tanto surfear. A través de un azul limpio me mira mientras recorremos juntos su fábrica de tablas de surf ‘Full&Cas’, que distribuye por toda Europa. Es uno de los trabajos vinculados al deporte más artesano que persiste. «Como se me vayan los pintores o los laminadores, tendría que cerrar. Son artistas y no les encuentras en la cola del paro», confiesa. Cada tabla dice algo de su dueño: «Antes de comprar una, ya sea en persona o a través del correo electrónico, tenemos que saber el tamaño, peso y manera de surfear de cada persona, dónde y cómo coge las olas. En función de esos datos, creamos cada tabla». El problema es que el éxito depende de «las sensaciones de cada uno en el agua. Es algo muy difícil de medir». También advierte del giro que está dando el surf, por lo que debe regularse de alguna manera. «Es un deporte muy egoísta. No hay olas para todos y hay muchas personas que se intentan quedar con todas. Ve a Somo un sábado de agosto. A partir de las diez de la mañana es una locura». Sin embargo, agrega, «tenemos más y mejores playas que el País Vasco. Debemos de aprovecharlo mejorando los parkings y regulando, por ejemplo, como hacen en Zarauz. Quien da las horas a las escuelas es Capitanía».

-He leído que a su generación les llaman los Ibéricos Beach Boys. ¿Cómo y cuándo llegó a subirse a su primera tabla de surf?

-No sabía que nos llamaban así, la verdad, pero suena muy divertido. La primera vez que surfeé fue a los dieciséis años, en Somo. He veraneado con mi familia en Santander desde muy pequeñito y el mar siempre nos atrajo mucho a mí y a mis hermanos. Un día, un primo nuestro apareció con una tabla debajo del brazo. Su padre era piloto y la había traído de Puerto Rico. Aquella tabla y aquel verano nos metieron el gusanillo a todos.

«El surf está creciendo muy rápido. Hay que gestionarlo antes de que nos explote en las manos»

-Llegó a Santander con 23 años, en el 88. Entonces, hacía las tablas en el sótano de su casa con su hermano. Ahora las distribuye por toda Europa. ¿Qué las hace tan especial?

-En Full&Cas llevamos 30 años fabricando tablas de surf y aún mantengo la misma ilusión que cuando empecé en aquel sótano de Madrid. Ahora, con unas instalaciones modernas y con un equipo muy profesional, hemos conseguido distinguirnos en el mercado cuidando mucho al cliente final y fabricando tablas personalizadas y en un tiempo récord. La competencia con China hace que no te puedas despistar un momento y los márgenes son pequeños. Tengo diez empleados y yo hago de todo, desde administrativo, llevo las tablas a las tiendas de Francia o diseño. El motor del equipo que tengo de filtrado de polvo es de cuatro caballos. El mes pasado más de mil euros de electricidad. Por darte algunos datos…

-Se van a cumplir seis años del incendio que arrasó con su taller. Son como el Ave Fénix, resurgieron con más fuerza. ¿Qué ha pasado en estos años? ¿Cómo han evolucionado?

-Son cosas que pasan, pero que al final terminan reforzándote tanto a nivel personal como profesional. Recibí muchos mensajes de apoyo de un montón de gente, clientes y surfistas que me mostraron un cariño increíble. Eso me ayudó a sobreponerme y empezar de cero otra vez. Entre todos me hicieron sentir parte imprescindible de sus negocios y sus ratos de surfing. Fue algo muy entrañable. Además, nos sirvió para renovar completamente nuestras instalaciones y mejorar, en tiempo y calidad, nuestros procesos de producción.

-Las tablas de surf son el único elemento deportivo que aún se hace a mano. Para ello se tiene en cuenta, además del tamaño y peso, la clase de olas que surfea el futuro propietario. Hay mucho trabajo detrás. ¿Cuánto vale una tabla media?

-El proceso es muy manual, pero eso es precisamente lo que nos permite personalizar tanto las tablas. Aunque en la fabricación moderna hay muchos procesos automatizados y en los que en Full&Cas fuimos pioneros, como la introducción en el año 2000 de una máquina de control numérico en la primera fase del proceso de fabricación: el modelado de la espuma de la tabla (preshape). A pesar de esto, las tablas tienen un precio muy competitivo. Puede adquirirse una a partir de 305 euros.

-Ustedes combinan la artesanía con las nuevas tecnologías. ¿Cuánto se tarda en hacer una tabla?

-Vivimos en un mundo en donde la inmediatez es un hecho. A día de hoy, cualquiera puede comprar un artículo online y recibirlo en casa al día siguiente. Nosotros nos esforzamos al máximo para aproximarnos a eso. Nuestro proceso de producción de una tabla customizada dura tres días: uno para el ‘shape’ (dar la forma), otro para el laminado y otro final para el lijado y pintado. Para nosotros es impensable que alguien tenga que esperar más de dos meses para recibir su tabla nueva.

-Desde su expansión en California en los años 60, ¿cómo ha evolucionado el surf moderno?

-Desde la invención del sistema de tres quillas ‘thruster’ en Australia, en los años 80, todo ha ido muy deprisa. La manera de surfear ha cambiado mucho. Va más por el aire que en la ola. Es cada vez más parecido al snowboard o el skate. ¡Mucho más espectacular! Son los surfistas realmente los que marcan el ritmo de la evolución. Los fabricantes sólo cumplimos con sus necesidades.

-El modelo de surf y toda la infraestructura que arrastra Ribamontán al Mar le ha aportado al municipio 4,3 millones de euros y ha creado 161 puestos de trabajo de manera indirecta en 2018. ¿No se debería implantar en otros municipios costeros con gran atractivo para el surf?

-Me parece fantástico que se mejoren los servicios y se organicen las infraestructuras. El surf está creciendo muy rápido y hay que gestionarlo bien antes de que nos explote en las manos. Evidentemente, es fantástico para los que vivimos de ello, pero sin que llegue a ser molesto para el surfista habitual. Al final, no hay suficientes olas para todos y se pierde calidad.

-El surf será olímpico por primera vez en los Juegos de Tokio 2020. Se podría decir que está en la cresta de la ola. ¿Es el momento oportuno para apoyar la iniciativa del PRC de crear una Escuela de Alto Rendimiento en El Sardinero?

-Me encanta ver cómo las instituciones apoyan este tipo de iniciativas. Todo lo que sea incentivar el deporte es fenomenal. No soporto ver a niños saliendo del supermercado cargados de bebidas alcohólicas camino de cualquier parque. Como padre, me siento muy honrado de poder contribuir a que mis hijos se críen en un ambiente sano y saludable. Si no es el surf, es el esquí o la bicicleta. Hay que darles alternativas.

-¿Se están haciendo bien las cosas en Cantabria? ¿Cómo nos ve comparados con el País Vasco?

-Cantabria tiene muchas más playas que el País Vasco, así que podemos explotarlo mejor. Tenemos un potencial increíble con un montón de fondos de arena perfectas para la iniciación sin peligro alguno. Ribamontán al Mar ha sido el primero en darse cuenta. Pero cuidado, no vayamos a morir de éxito.

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